El agitado mundo de hoy ha dado vida a un sinnúmero de exitosas franquicias de comida rápida. Cada una con sus particularidades y atendiendo a un selecto espectro de clientes. Les podría dar una lista de mis muy personales recomendaciones en cuanto a deliciosos refrigerios callejeros; sin embargo aquí lo que aconteció tiene que ver con algo más que solo el alimento.
Debo confesar que lo que aquí describo es una contrariedad que me sucedió hace ya bastante tiempo; pero por casualidades del destino hoy la recordé y sentí una extraña necesidad de compartirla. La historia que estoy a punto de contar (más en tono de queja que de cuento) está centrada en el ya conocido “Subway”.
Así es, esa popular marca de deliciosos y (aparentemente) saludables emparedados. Su frescura y variedad son evidentes, además de sus accesibles precios. Hoy por hoy no dudo en recomendar este lugar, más que nada por su versatilidad en cuanto a opciones.
Como todo negocio prolífico, aquí en Monterrey Subway cuenta con un buen número de sucursales. Una de ellas estratégicamente colocada a las afueras de mi actual lugar de estudio. Era viernes y me encontraba cansado de la triste comida de cafetería, por lo cual me aventure fuera del recinto para saborear un ligero sándwich de atún.
Casualmente, dicha selección era el ya clásico “subway del día”. Oh gran alegría. Me ahorraría unos cuantos pesos sin sacrificar nada del ya conocido sabor de ese lonche. El ofertón matón indicaba que mi “combo” (léase: refresco, emparedado y papitas) me costaría la módica cantidad de $49.90. Sin duda un paquetazo.
Pero mientras el encargado le ponía un poco de todo a mi refrigerio yo empezaba ya a sentir la venida de una inminente decepción. Más que nada porque la vida me ha enseñado a desconfiar de las ofertas y las grandes corporaciones. Aún así, calme mis preocupaciones y proseguí a pagar mi comida.
Me dieron mi lonche, mi vasito desechable y por supuesto (pensaba yo ingenuamente) mis papas…. ¿Qué? ¿Cómo que una galleta? Ósea… ¿Tu sucio combo del día me OBLIGA a seleccionar una de tus tiesas y gigantes galletas en vez de esas deliciosas “Sabritas Limón”? Está bien…. convengo por no hacer un escándalo (me dije a mis adentros). Una galleta no es para alarmarse y finalmente haría mejor función de postre.
Pero lo peor estaba por venir, y era eso que yo me sospechaba. “$49.90” dice la señorita, haciendo referencia al precio mostrado en los posters de la tienda. Yo rápidamente saco mi billete de cincuenta y se lo doy amablemente a la cajera. Desde ese momento sabía que era demasiado tarde. Aún así espere un par de segundos, pero nada.
Como me lo temía, no hubo ni siquiera una leve intención de devolverme mi respectivo cambio. Esos 10 centavos se habían perdido para siempre…
Hoy en día muchas empresas optan por “redondear” los centavos en aras de la caridad a ciertas organizaciones de ayuda y para aliviar de alguna forma un porcentaje de sus impuestos. Eso está muy bien. ¿Por qué? Porque me preguntan “desearía redondear los centavos” y yo contesto que sí.
Pero hoy no. Hoy simplemente el precio del combo del día fue $50 y no $49.90. Y por ello hay muchas razones para quejarse, y ninguna de ellas tiene que ver directamente con esos míseros 10 centavos. Porque eso es lo que son, unos míseros 10 centavos.
Sin embargo, el hecho de que arbitrariamente hayan decidido embolsarse esos 10 centavos es lo que me produce un malestar un tanto leve (pero malestar al fin). Aquí hay varias cosas que discutir. Primero, su campaña publicitaria, sus múltiples posters anunciando la gran oferta de $49.90. Todos sabemos el viejo truco del $49.90. Los estadounidenses utilizan esa técnica con maestría y precisión, anunciando precios que normalmente terminan en los 99 centavos.
El primitivo cerebro humano ve $999.99 y no piensa en la cantidad obvia de $1000.00, claro que no. Nuestra vista nos juega sucio y mentalmente “sentimos” que el precio se encuentra más cerca de los 900 que de 1000. Ese mismo sucio truco lo aplica Subway en el combo del día. Y eso está bien… súper bien; siempre y cuando sea verdad.
Pero aquí fue una sucia mentira. En mi mente retorcida esos 10 centavos son el precio que está sandwichera debe pagar por utilizar la estrategia antes mencionada. Pero si no me devuelven los 10 centavos están recibiendo solo los beneficios y ninguna de las desventajas.
Ahora bien, supongamos que la apretada nómina de dicha franquicia requiere esos tristes 10 centavos para mantener un margen respetable de utilidad. O que por alguna razón la política de la empresa no permite que sus empleados manejen las peligrosas monedas de 10 y 5 centavos. Entonces, lo que una compañía respetable hace es anunciar el combo del día en $50.00… así de fácil, así de sencillo. No me molesta pagar cincuenta pesos (un precio aún FENOMENAL) por ese rico lonche de atún.
Pero consideremos otra posibilidad. Tal vez mis suposiciones han ido muy lejos y millones de personas antes que yo recibieron sus 10 centavos íntegros y sin fallas. Es posible que solo a mí me haya tocado la suerte vil de que en realidad no tenían nada de feria (vuelto, cambio). Bueno… en ese caso seguimos teniendo latente esa misma falta de etiqueta comercial que me ha forzado a continuar escribiendo párrafo tras párrafo de queja.
Todo se podía solucionar con un “le voy a quedar a deber los 10 centavos”. Engáñame si es preciso. Miénteme y búrlate de mi ingenuidad. Dime que no tienes cambio y te lo voy a creer. Porque vale la pena creer eso por tan solo 10 centavos. Pero no… ese no fue el caso. Simplemente todo lo anterior quedo implícito y asumieron que su treta era perfecta tal y como estaba.
Yo por mi parte, seguiré comiendo en el Subway cuando la ocasión lo amerite. Pero esa falta de etiqueta no la olvidaré en mucho tiempo. Hoy fueron 10 centavos, pero ese tipo de conductas se extienden rápidamente en los diferentes círculos administrativos del UNIVERSO. Y a mí en lo personal me parece un poquito detestable.
4 comments:
Por eso cuando me preguntan que si quiero redondear, digo con cara de cretina: NO =D
Jijiji
Amo la manzanita de tu imagen.
La manzanita te amaría también pero su desafortunada situación actual la tiene medio triste.
Pues es una treta comercial, como muchas otras, mi teoría es que es todo por la publicidad y la mente y los 9 en vez de 0s etc. etc. Pero creo que si realmente te ofendió debiste exigir tus 10 centavucos.
Eso y... el sub de atún es por mucho el peor sub de todos ;)
Nah no puede ser. No puede ser que no te guste el sub de atún.
No creo en tus sucias mentiras.
Entre otras cosas pues no exigí mis 10 centavos porque, pues ya sabes... me acobarde ante la sombra corporativa. Eso y mi flojera natural me detuvieron on the spot.
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