Hace unas cuantas horas me encontraba yo asesorando a uno de mis más queridos amigos en cuestiones básicas de geometría, algebra, cálculo y demás. Él, como médico cirujano, se encontraba justificadamente desconectado de estos conceptos. Digamos que los cinco años que pasó aprendiendo a salvar vidas lo “oxidaron” en cuestiones matemáticas.
Fue entonces que me puse a pensar en mi situación, que es espeluznantemente similar. Mi formación como ingeniero me ha dado una buena cantidad de aptitudes y aprendizajes relacionados con las áreas afines a la mecánica, electrónica, manufactura, ente otras. Definitivamente no me puedo quejar. Mi experiencia de aprendizaje universitario fue increíblemente provechosa. Sin embargo la vida, en su curso natural, me alejó un poco de ese conocimiento más humanístico relacionado con la literatura, filosofía, historia, entre otras disciplinas.
Durante la preparatoria tuve la suerte (y el privilegio) de estudiar un programa muy completo en todas esas ramas del conocimiento. Dicho plan me permitió tener excelentes bases tanto en las áreas de ciencias sociales como las más afines a mi futura carrera. Y es hoy en día que más aprecio lo que en su momento parecía solamente un exceso de carga de trabajo.
Ahora, leyendo en retrospectiva mis ensayos sobre Lezama Lima, mis discusiones sobre la intencionalidad literaria o aquel análisis de la situación europea en la posguerra; es que me doy cuenta de lo importante que fueron esos años en términos de formación académica.
Aunque hoy puede que no recuerde exactamente de que trataba “Los Santos Inocentes” de Miguel Delibes, ó cuál era la tesis principal de Jean Meyer en el estudio de Rusia y sus imperios; se que gracias a esas horas pasadas de mi vida hoy puedo confiadamente retomar esas disciplinas en aras de pasatiempo y llevar ese interés tan lejos como me plazca.
Definitivamente me encuentro más “oxidado” que muchos en algunos de estos temas; pero aún así siento que me es sencillo acercarme a esas lecturas y obtener cierto provecho de ellas gracias a lo anterior.
Hoy en día trato de mantenerme “fresco” en esos aspectos leyendo y escribiendo tanto como puedo en mi tiempo libre. Más que nada porque siempre he tenido en un alto grado de importancia ese “balance” de las cosas. La necesidad de saber la compartimos muchos, y el irla satisfaciendo es una experiencia por demás gratificante. El escoger una carrera, una profesión o un pasatiempo nos puede alejar momentáneamente de muchas cosas; pero mientras exista una intención firme de retomar una disciplina creo que se puede llegar lejos.
Obviamente nunca tendré las credenciales de un filósofo, antropólogo o literato; ya que la enseñanza formal de esas disciplinas es indispensable para ello; pero aún así siento que nunca se deja de aprender. Y mientras la vida laboral me siga llevando por el área de la ingeniería que me agrada, mi vida personal continuará esa intención de aprender y complementar mi formación personal.
Al final, me interesa expresar esa necesidad; porque siento que está bien intencionada. Muchos no tienen tanta suerte… no tienen esa oportunidad de elegir el desempeñarse en algo que en principio y aptitud sea de su agrado. Pero yo sé que la mayoría de ustedes si tuvieron la opción de elegir, y hay que entender porqué es un gran privilegio el gozar de esa libertad.
No importa lo que hagan, o lo que se dediquen; nunca dejen esa intención de aprender. Especialmente en lo relacionado con la vida.
2 comments:
Wow... Me encantó, y definitivamente me quedó.
Me sentí en tu lugar por un momento, con esa gran hambre de conocimiento, ese formidable deseo de saber.
Además, con un entorno de ingeniería como el nuestro... El sendero es un poco ajeno a las corrientes de abundancia en la palabra, la idea y la duda.
Sinceramente, me hubiera gustado tener la capacidad de conocer un par de material más a fondo... Pero bueh... Como tú lo dijiste, no todos tenemos las mismas oportunidades.
jejeje que bueno que te gusto chavo.
Saludos
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