Friday, May 22, 2009

Caminando tra-la-la


Caminar es un oficio fino y desinteresado. No espera nada de nosotros más que esa tenue voluntad de ponernos de pie. No hay más.

Si uno decidiera llevar el pasatiempo unos cuantos metros más lejos, éste le va a seguir acompañando con la misma naturalidad de hace algunos segundos. Y así, comienzas. Normalmente si la opción se presenta uno va de bajada; por aquello del desgaste.

Otro detalle importantísimo es el de las banquetas. Lo último que se busca es un desafortunado accidente ¿O no? Eso ya depende de cada quién, pero sea lo que sea hay que hacerlo con cuidado. No queremos escandalizar con nuestra legendaria partida.

Lo más bonito es esa distracción. Caminar es bien fácil (para algunos). Aunque ese detalle del balance a veces puede presentar dificultades, vaya usted a saber porque. Pero a menos que sea un robot de esos nuevos que cantan, bailan y tocan la trompeta; su mente puede divagar mientras su cuerpo sigue caminando.

A mí me gusta hacerlo de noche. Ustedes saben, por aquello del calor. Ahora ya siempre hace calor. Menos esos días donde las nubes salen a defendernos y los cielos amenazan con hacer un berrinchito. ¿O acaso si lloran de verdad?

Pero así es mejor, con el viento en la cara. Ese aire suavecito que no corre porque prefiere jugar. Para huracanes mejor quedarse en casa; porque esos hasta nombre tienen y a mí no me gusta lo de las presentaciones.

Poco a poquito se va avanzando. Si se conoce el camino que bien. Si no… pues que ¿mejor? Hay veces que uno se topa con parques y árboles y niños. Todos son parte del paisaje y hay que apreciarlos como tal. Al fin que nosotros también adornamos el horizonte.

Muchos son de dar vueltas; aunque no en un mismo lugar porque luego uno se marea. Ya si usted decide puede tomarse un descanso en alguna de esas banquitas estratégicamente colocadas. Incluso puede mezclar la actividad con la lectura o el ahora imprescindible concierto portátil.

El regreso son puros sentimientos encontrados. Un poco como todo lo demás. Malo cuando no hay a donde volver, ahí se torna un tanto más complicado. Pero que sería la vida sin problemas. Hasta los árboles batallan a veces y uno no los ve cortándose las ramitas.

Así es esto de caminar.

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