En la actualidad, vivimos en una época relativamente estable, e incluso se podría decir, tranquila. Por lo menos nuestra realidad inmediata no parece presentar ningún tipo de conflicto “serio”. Esto por supuesto es solamente una referencia a mi realidad individual y la de las personas que comparten de una u otra manera una vida “similar” a la mía. Ósea, el joven promedio de clase media mexicano…
En éste tipo de ambiente, normalmente vamos por ahí nada más viviendo acorde a una sociedad ya establecida. Pocas son las veces dónde nuestras decisiones afectaran de manera significativa el bienestar de otros. Escasas son las ocasiones en dónde tendremos que decidir sin realmente saber el alcance de las consecuencias. Y probablemente nunca llegará el día en que tengamos que poner nuestra vida en la línea de fuego para cumplir nuestros ideales.
En éste mundo actual, en el cual nos vamos por ahí perdiendo, no hay héroes ni villanos. Y esto puede ser bueno o malo, dependiendo de muchos factores en los que no voy a ahondar. Simplemente quería expresar eso. Es sólo en situaciones muy específicas en dónde las personas comunes y corrientes se exaltan hasta tomar la condición de esos personajes que muchos de nosotros solo conocemos en obras de ficción.
Es en los momentos más terribles de la historia de una sociedad en dónde se puede apreciar la pronunciada diferenciación entre el verdadero carácter de las personas. Las persecuciones, el hambre, la pobreza, la guerra… el cambio. Es bajo éstas circunstancias extremas que el verdadero potencial de las personas, ya sea en términos de virtud o maldad, sale a flote.
A lo largo de la historia recordamos innumerables protagonistas de un pasado que no pudimos vivir. Gente que es ahora recordada por las decisiones que tomo y las consecuencias de éstas. Hábiles generales, carismáticos diplomáticos, reconocidos científicos, líderes tiranos, reyes despiadados, genocidas, entre otros. Cada uno de ellos tuvo la oportunidad de cambiar el mundo para bien o para mal, de seguir sus ideales o abandonarlos; de sobresalir o ser olvidado.
Y me pregunto, ¿Si nuestra situación fuera diferente, alguno de nosotros podría ser realmente un héroe o un villano? ¿Tendríamos la fortaleza y el coraje para tomar cualquiera de esos dos roles? ¿Podríamos vivir con la responsabilidad de tomar esas decisiones? Ambos lados de la moneda requieren de algo más que un individuo mediocre; e independientemente de la situación, hay pocas personas destinadas a hacer historia, positiva o negativa.
Pero para bien o para mal, en nuestro tiempo… en nuestra situación… en nuestra realidad, es difícil que encontremos héroes o villanos.
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