Friday, March 6, 2009

¿De qué me sirve la filosofía…hoy?

¿Cuál es el rol de la filosofía en la actualidad? ¿Su finalidad, su objetivo, su enfoque? ¿Cómo y a quién sirve y con que propósito?

Las preguntas anteriores son válidas en el pragmático y agitado mundo en el hoy vivimos. Durante siglos, la filosofía ha tratado de responder a las cuestiones generales de la existencia, los valores, la verdad, el conocimiento, el lenguaje; entre otras cosas. Sin embargo, la apatía actual por el pensamiento, las tendencias postmodernas que siguieron al fracaso del idealismo y el gran sentido de relativismo moral hacen que ahora más que nunca se cuestione el rol y la verdadera utilidad de la filosofía actual.

Hoy en día, la idea de una razón universal que permita un progreso moral de la sociedad parece lejana e inalcanzable; y por tanto, se abre un fuerte cuestionamiento con respecto a la relevancia de las aportaciones de la filosofía en la actualidad.

Muchos no dudaran ni un momento en concluir que la filosofía como tal es “inútil”. Que no tiene ningún valor de utilidad y su razón de ser es meramente como una vacío placer del conocimiento. Lo anterior ha sido una constante a lo largo de la historia de esta disciplina. Desde tiempos platónicos se identificaba éste desinterés, ese no tener una finalidad; como una característica de la filosofía.

Si lo anterior es negativo o positivo, es realmente irrelevante. En sí, la filosofía es poner en práctica el oficio de “pensar”. Algunos atribuyen éste pensar al diferenciador clave entre hombres y animales, en el que reside el deber y la grandeza de éste. Es la voluntad de traspasar esa esfera utilitaria la que nos lleva un paso adelante a la hora de asimilar nuestra realidad.

De alguna forma podemos decir que la filosofía “no sirve” como medio para alcanzar una utilidad aplicable y productiva. La sociedad actual nos invita a olvidar éste tipo de conocimiento, nos fuerza de manera sutil a enfocarnos en los medios productivos de conocimiento, en lo aplicable, en la utilizable, lo funcional.

Nos obliga poco a poco a renunciar a ese “pasa tiempo” de pensar. A sacrificar ese rasgo característico de la curiosidad humana y limitarnos a una vida encaminada a producir “bienes” y satisfacer nuestras necesidades inmediatas. Nos lleva de la mano a esa condición “animal” que se cimenta en ese desinterés por la reflexión activa de lo que nos rodea; reflexión que no busca una utilidad inmediata del conocimiento.

La filosofía más que un medio, es un fin, un objetivo, un ideal. Es una disciplina inherente del hombre; la cuál define su naturaleza y encamina esa facultad intelectual que todos tenemos. Su existencia no se encuentra ligada a una utilidad; y probablemente nunca lo éste. Pero eso no significa que sea “inútil” o irrelevante. Simplemente que su condición se encuentra definida por la naturaleza del pensamiento y los mecanismo de éste.

La filosofía no es para los filósofos, si no para el hombre. La reflexión crítica de la vida diaria es muchas veces toda la filosofía que necesitamos en nuestra actual sociedad. Esa lucidez intelectual, ese “estar despierto” en un mundo de sonámbulos, esa “vigilancia” del conocimiento es a veces suficiente para mejorar y servir a éste mundo actual; para mejorarnos y servirnos HOY.

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